
Por: redacción Agencia EFE La Patria y elchiq.com https://www.google.com/search?q=elchiq&oq=elch&gs_l
Thank you for reading this post, don’t forget to subscribe!Sylvia Escobar, historiadora del arte, trasplantada de riñón el 15 de junio 2015, compartió con los lectores de LA PATRIA sus experiencias y puntos de vista sobre la realidad de la donación de órganos.
Lo hizo este 14 de octubre, en el Día Mundial de la Donación de Órganos, Tejidos y Trasplantes, una fecha que también acompaña la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Instituto Nacional de Salud (INS).
– Antes de ser trasplantada, ¿cómo era su vida?, ¿qué sueños o actividades cotidianas tenía que posponer por su enfermedad?
La principal dificultad fue sostener la enfermedad. Cada día era un desafío para poder sobrevivir y sobrellevar la carga de dolores, malestares e incomodidades propias de una falla renal terminal. En esa condición, todo puede empeorar de un momento a otro y por eso cada mejora en las condiciones de tratamiento se vuelve vital.
Me considero afortunada de contar con un recurso como la diálisis, que alivió síntomas y permitió prolongar el tiempo de espera en la lista. En ese contexto, el único sueño posible era sobrevivir y esperar con esperanza el día en que alguien tomara la decisión de donar. Por eso creo que debemos ser enfáticos en generar conciencia sobre la importancia de la donación.

– ¿Qué pasó por su mente cuando le dijeron que necesitaba un trasplante?, ¿cómo fue el proceso de espera?
Al inicio existía una percepción equivocada de que entrar a diálisis era un perjuicio para acceder a un trasplante. Cuando me lo comunicaron, sentí que había fracasado, que mis oportunidades se reducían.
Sin embargo, con el tiempo comprendí lo contrario: la diálisis me salvó la vida, alivió mis síntomas y me permitió estar en mejores condiciones para recibir un órgano. Hoy la veo como un tratamiento maravilloso, que me sostuvo y me acompañó en el proceso. En retrospectiva, puedo decir que la diálisis fue mi mejor amigo.
– El día que recibió la noticia de que había un órgano para usted, ¿qué sintió?
Recibir la llamada de que me encontraron mi riñón fue una experiencia indescriptible, una turbulencia de emociones intensas: asombro, alegría, miedo y una profunda gratitud. En ese instante comprendí que la vida me daba una segunda oportunidad, un renacer.
Desde entonces vivo con plena conciencia de lo que significa ese regalo. Por eso bauticé a mi riñón Zoé, que en griego significa “vida divina”, porque eso representa para mí: una vida sagrada que debo honrar.
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– ¿Qué significa para usted ser un paciente empoderado después de un trasplante?
Para mí el empoderamiento nace de la gratitud. Ser consciente del órgano recibido, de la oportunidad que significa, me impulsa a vivir de la mejor manera posible. Es asumir la responsabilidad de cuidar esa vida que ahora habita en mí, tomar decisiones coherentes con honrar el regalo recibido y actuar siempre desde la gratitud y el respeto por la vida.
– ¿Qué rol juega la actitud y la determinación en este camino?
Enfrentar la enfermedad terminal renal y el proceso de trasplante exige fortaleza interior, determinación y una disposición emocional e intelectual para seguir adelante. Ser optimista, resiliente y disciplinada marcó la diferencia. Creo que estas actitudes, junto con contar con el apoyo incondicional de mis seres queridos y amigos y el acompañamiento médico, fueron decisivas para sobrellevar las dificultades y mantener viva la esperanza. La voluntad y la actitud son, en muchos sentidos, parte del tratamiento.
– La adherencia a la medicación inmunosupresora es vital: ¿cómo está viviendo este proceso?
Recibir un órgano implica una gran responsabilidad. No asumirla sería desconocer el valor del regalo recibido. Cuidar el cuerpo, mantener hábitos saludables y cumplir con los controles médicos no es una obligación externa, sino una forma de honrar la vida de la donante cadavérica que me donó su riñón e hizo posible seguir viva.
– ¿Cuáles considera que son los principales desafíos o retos a los que se enfrentan los pacientes en espera y los que ya han sido trasplantados?
El Estado Colombiano debe asumir con responsabilidad su papel en garantizar el derecho fundamental a la vida. La ausencia de políticas efectivas en el Ministerio de Salud y del Instituto Nacional de Salud (INS) y de campañas permanentes de información y concientización es alarmante.
La donación de órganos no puede depender solo de la buena voluntad individual; requiere una acción estatal comprometida, sostenida y ética. La vida no puede quedar sujeta al azar, ni al silencio institucional.
¡A donar!
Manifieste su voluntad de ser donante de órganos. Esto en el (601) 220 7700 o en la línea gratuita 01 8000 113400, números del Registro Nacional de Donantes del Instituto Nacional de Salud (INS).
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